Maternar: más allá de un acto biológico
- Marian Godinez 
- 12 ago 2024
- 3 Min. de lectura
A lo largo de la historia, las mujeres hemos sido valoradas exclusivamente por nuestra capacidad biológica de reproducción. Dicha tarea ha implicado replicar los modelos de crianza como preservación de un linaje, aun cuando lo único que logra ese modelo es preservar la violencia ejercida por generaciones hacia las infancias.

Actualmente, a primera vista pareciera que tenemos claro que los modelos de crianza deben cambiar, sobre todo si ese modelo nos generó enormes cicatrices emocionales, pero, aunque parezca obvio, no es así. ¿Por qué la forma en la que maternamos logra ponernos a unas contra otras?
Desde el término “Maternar” nace un debate. Valeria Martínez Isaac, en el artículo “Soy madre y odio el diez de mayo”, explica que la palabra maternidad es un sustantivo, de ahí que nazca el verbo “maternar” aún no reconocido por la RAE. Agrega que, aunque ha sido catalogada una palabra de moda, ―sí, de esas que afirman que nacen solamente para gusto de unas pocas― tiene una carga ideológica menos romántica y con mayor flexibilidad.
Según la RAE, maternidad se define como un estado, así como la cualidad de ser madre. Si se analiza un poco más de cerca, es una definición desde la perspectiva de quien contempla desde fuera el acto de ser madre. Mientras que el término maternar implica el acto de ejercer dicha maternidad; lo podemos conjugar, entonces, “yo materno” para dar una voz a quien está en dicho estado.
Por otro lado, para quienes hemos maternado, sabemos sobre las miradas acusadoras que recibimos de otras mujeres que también maternan. Es decir, la idea de ser madre va acompañada de una carga de culpabilidad permanente, pues, nos han predeterminado a que nunca se cumplirán las expectativas de todas aquellas que nos rodean y a que nos vean desde sus propios paradigmas sobre los modelos de crianza.
El sistema es el que crea en nosotras esa necesidad de juzgar y culpar a las mujeres que maternan. Esto nos hace volver al punto de inicio. Este sistema está creado desde una cultura patriarcal que nos exige que la maternidad sea algo privado, porque el valor de una madre se ha medido exclusivamente por la cantidad de sacrificios, dolor y pena que está dispuesta a sufrir en silencio, incluso desde el momento de la concepción.

Por otro lado, el llamado “instinto maternal”, el cual se replica por generaciones con tanta naturalidad, es una trampa construida por grupos conservadores, la mayoría religiosos, y aceptada por círculos intelectuales. Apelar a dicho instinto para culpar a quienes maternamos nos reduce a la forma más precaria de procesamiento lógico, atribuyendo que una madre siempre debe saber qué es lo bueno para su descendencia, como un elemento casi mágico o mítico.
Dentro de las prácticas sororas hay un enorme apartado que compete a maternar. Comprender los contextos es un buen inicio, porque cada una de nosotras tiene distintas herramientas o recursos que usa cuando se trata de resolver conflictos. Velar por la protección integral de las infancias es fundamental, esto implica salud física y emocional que permita romper ciclos de violencia.
No dejemos que las ideas impuestas por un sistema violento nos incline a violentar a otras mujeres, descalificando cada una de las prácticas que buscan la crianza respetuosa. Apoyemos a quienes viven flageladas por los estereotipos de género, violencia intrafamiliar o carentes de un acompañamiento psicológico adecuado, pues en materia de derecho el Estado tiene una enorme deuda con las mujeres, sobre todo con las niñas madres.
Para los familiares o amigos que hacen equipo con quien materna, deben comprender que la comunicación efectiva no conlleva culpa ni castigo, al contrario, cuestiona para contribuir a la comprensión mutua. Es urgente adoptar nuevas prácticas para contrarrestar todas las ideas que nos pongan unas contra otras y que tienen raíces tan profundas.
Maternar debe ser un camino colectivo. Construir nuevas formas de ver la maternidad es una tarea posible, pero implica una estrategia política, económica y social.



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